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  FENOMENOLOGIA
Nietzsche   LA VENGANZA EN LA CULTURA EUROPEA

Hablar de “el destino de occidente”, pareciera un intento de hacer pasar un tremendismo. Nada más y nada menos que fijar “El Destino de Occidente”. De eso nos hablaba Heidegger.


Destino, implica llegada, implica finalización. Algo que acaba. Se está diciendo… hasta aquí, occidente. A partir de aquí, otra cosa… la nación humana universal. Y sí… eso estamos diciendo. Y claro… suena poético, suena elevado, generoso… pero implica decir que varios cientos de millones de personas, deben dejar de ser ese proyecto de futuro que se llama “occidente”, para ser otra cosa. ¡Como para no justificarlo!.


Entrando en faena, debemos de ocuparnos de una urgencia que pareciera ser bastante desagradable. Debemos de reflexionar acerca de la venganza. Porque como bien señala Silo, los occidentales tenemos un problema con la reconciliación y con la venganza. Mucho nos tememos que la venganza es algo que, junto con nuestra ciencia, nos hemos tenido también el gusto de exportar al resto de la humanidad.


En el código de Hammurabi tenemos 200 artículos que marcarán parte de nuestro destino… Un código bien visualizable, sencillito.  Hammurabi (¿–1686) es rey de Babilonia y ascenderá al trono a la edad de 25-30 años. Convertirá un pequeño estado de 50 km² en un imperio que se extendió más allá de Mesopotamia, desde el Mediterráneo hasta Susa y desde el Kurdistán hasta el Golfo Pérsico. Los primeros 14 años los dedica a sentar las bases de su Imperio, recomponiéndolo social y económicamente. Los siguiente 17 a conquistas. Los últimos 24 de consolidación del imperio. Administrador eficacísimo. Unificará su lengua,  su religión y sus leyes. También desarrollará el arte embelleciendo distintas ciudades además de Babilonia con palacios y templos, al menos.


En cuanto al código, debemos decir que protege sobremanera, casi hasta el mimo, a los soldados y los oficiales. Los templos y los sacerdotes, también son amparados, así como los gobernadores, alcaldes, administradores selectos. Las penas por robar en el palacio o en el templo, son la muerte. Hasta acá… el que hace un poco, paga exagerado. Los comerciantes, sus relaciones entre ellos… son tratados casi con cierta “blandura”. Es como si fuesen líos “entre ellos”. Únicamente, asegurarse de los impuestos. Bajo esta capa dirigente selecta, los "awilum", están los "mushkenum" (quienes se especula podrían ser siervos o subalternos) y los esclavos o "wardum". Las mujeres… discriminadas. Bien discriminadas. Aunque algunos autores consideren que se la favoreció bastante, por el hecho de reconocerles algunos derechos.


Entre miembros de una misma “capa”, opera el ojo por ojo diente por diente. Si te metes con la capa social de arriba, la pena vuelve a ser desproporcionada. Si ofendes a la capa inferior, puedes arreglar las cosas con dinero. Y un detalle que vamos a tener que examinar más detalladamente: el esclavo, con dinero, también puede comprar su libertad.


Antes, otro detalle: Fíjense que ante la barbaridad de las penas que concurren por meterse con los curas, ni que decir con el ejército… se nos aparecen “proporcionadas” las penas del ojo por ojo y diente por diente que se dan entre miembros de una misma capa social.


Estamos ante un imperio… acaban de ser conquistadas ciudades y varias de ellas, pasadas sus poblaciones a cuchillo… mujeres y niños incluídos. Entonces, se agradecen reglas claras para poder moverse… se agradece el saber “a qué atenerse”. Naces esclavo, y sabes lo que te espera… mejor así que no la incertidumbre de saber si mañana te pasarán a cuchillo.


Hammurabi se consideraba a sí mismo “el favorito de las diosas”. Esto quiere decir que era mirado de forma interesante por las mujeres. Pero no cualquier mujer… mujeres interesantes de verdad. Forzoso es reconocerlo… estamos ante un hombre interesante, que ha pasado poblaciones enteras a cuchillo.

En rigor podríamos tener a una persona interesante que al tomar conciencia de ello se convierte en carnicero, el elemento. Esto explicaría que realizase ideas interesantes concebidas en una primera etapa de su vida, que luego lleva adelante acompañadas con intenciones perversas.  


También sabemos que aprovechando la cosa militar, aprovechando ese momento, le quita a los sacerdotes el poder de juzgar y se lo entrega a los consejos de ancianos. Y a riesgo de equivocarme, hecho esto se murió. (Las malas lenguas creemos que ayudado por los sacerdotes, en agradecimiento). Lo que parece documentado es que recién quería a empezar la implementación del código, falleció. No tiene tanta importancia, porque estamos ante un código jurisprudencial, es decir… que recoge la tradición de sentencias reales y las convierte en derecho efectivo. 55 años dan para mucha legislación aplicada.


Estamos en una época que no podemos decir que sea tradicionalista. Ni revolucionaria. Estamos en una época en la que empieza la decadencia. Bien que sutil… apenas se nota… tan es así, que recién ahora se expande y consolida el imperio. Las épocas imperiales, las poblaciones las pasa mal. Hay poca inteligencia, y aunque Hammurabi era listo de veras, concentraba demasiado poder. El legislativo, el ejecutivo, el judicial. Demasiada decisión concentrada en una sola persona. La decisión sobre más de 40 ciudades. Entonces, estamos ante el acobardamiento de las poblaciones… las decadencias son épocas de crisis (acá recién empieza…). Y en las crisis, uno no sabe qué creer… se agradecen reglas claras de comportamiento. Se agradece el código.


Un apunte religioso: Marduk el dios es promocionado por Hammurabi. De tal manera que si alguien era acusado de hechicería, y no se justificaba convenientemente, era muerto. Creemos que Hammurabi no era particularmente religioso. Tenía su religiosidad, pero era más bien de corte “racionalista”. Racionalista en el sentido de confiar más en su propio criterio que en el de sus sacerdotes. Parece que hace su particular traducción de lo sagrado, pero no llega a ser para él lo central. No es como en egipto, vaya, que en su primer período todo gira absolutamente alrededor de lo religioso. En la estela que lleva el código, aparece mirando a Hamash bien que respetuoso tapándose la boca (como para no decir ninguna impertinencia) y en actitud de inferioridad. Bien que respetuoso, pero mirándole directamente a los ojos, confrontando su mirada. Creemos que creía verdaderamente, al menos, sentirse inspirado por Hamash en la necesidad de llevar el código (de elaboración propia, pero ayudado en su redacción por sus subalternos) a su reino.


Antes de volver con nuestro código, volver a remarcar que Hammurabi parece favorecer el arte. Pondrá en marcha templos y palacios. Embellecerá ciudades. Todo muy grande, muy monumental. Por supuesto ahí, la gente se sentirá pequeña… muy pequeñita.


Hammurabi se las ve con la generación anterior. Probablemente le repeliera la carnicería que hizo su padre en la ciudad de Ur y decidiese que las cosas debían tener cierta “proporción”. Y en la construcción de su imperio se ve cierta mano, cierto tipo de diplomacia a modo de pruedencia y ocultamiento de las propias intenciones para no exponerse a la propia destrucción.  Su hijo Samsu Iluna  no se dedica a la conquista. Defiende el imperio de un ataque de los nómadas casitas, que consigue contener. Incluso permite al líder rebelde, Iluma-Ilum, fundar una dinastía en el sur de Babilonia. Pareciera que el hijo tuviese cierto rechazo por las carnicerías.


Y toda esto está muy discutido por los historiadores. El que suscribe no es uno de ellos, y seguramente haya cometido errores en la evaluación de situaciones y hasta en la documentación de las mismas.
Dijimos antes que teníamos un detalle que examinar… y era que el esclavo podía comprar su libertad, ¿recuerdan?.  Bien. Es el momento de hacerlo… y verán por qué. Resulta que el imperio que acaba de consolidar Hammurabi va a ser referencia… va a ser referencia hasta los tiempos de Alejandro Magno. Y eso son muchos siglos… es mucha antigüedad. Entonces nos preguntamos… ¿qué es lo que hizo que un imperio se consolidase y no se terminara de desestructurar del todo durante tan largo período de tiempo?. ¿Será acaso que las gentes de dicho imperio se sentían orgullosas de pertenecer a él?. Con el imperio romano, pasa lo mismo… Aguanta siglos. Aguanta porque la gente se siente orgullosa de pertenecer a él, pese a pasarlo mal. ¡¡Paradójico!!. Volviendo a los esclavos… resulta que en tiempo de Hammurabi, tener esclavos es un lujo, según algunos autores. La gente apretada, pasándola mal… trabajando muy mucho, muriendo; tan apretados que la venganza, el ojo por ojo, les parece una cosa proporcionada. Y acá aparece una posibilidad… tener esclavos!. Y al esclavo, le aparece otra posibilidad… ¡comprar su libertad!. Entonces… ahí hay una esperanza. El imperio me aprieta a mí, nos aprieta a casi todos… pero si tienes esclavos, la puedes pasar bien. ¡¡Fíjense qué mecanismo más curioso…!!. Los imperios se prolongan por el apoyo de sus poblaciones… que aspiran, encanalladamente, a hacer con otros lo que hacen con ellos… y así pasarlo bien. Tremenda la cosa. Uno lee la biblia, lee los grandes filósofos de la antigüedad, lee cantidad de textos sobre lo sagrado, lo divino y lo humano… y nada, nada contra la esclavitud!!!.


Esto nos importa, porque nos va a explicar muchas cosas… Antes, era el imperio y el rey-emperador. Currabas como un desgraciado, apretado. Ahora, son los que tienen el dinero. Y también trabajamos y somos explotados. Antes, era el esclavo. Ahora, es el dinero. Antes, con esclavos la pasabas bien (esa era la creencia… porque no era verdad. Un esclavo tenías que alimentarlo, cuidarlo, trabajaba poco. De hecho la esclavitud se abolió porque descubrieron que con un poco de dinero y un poco de medicina… se producía más. Tenías que enseñarle, tenías que velar para que no se revelase … ahora se cree que con dinero se pasa bien (y tampoco es verdad… ¡Ay de ti si crees que de mayor te van a cuidar de verdad solo por tener dinero, si crees que el amor profundo de tu pareja se puede comprar, si crees que los amigos verdaderos son los que acuden al calor de la billetera!. Pues así es la cosa… El imperio, que iba con el palo (igual que ahora), te ponía la zanahora… ¡¡Puedes tener esclavos!!. ¡¡Puedes comprar tu libertad!!. ¡¡Puedes tener dinero…!!. ¡¡Puedes montar tu propia empresa, quedarte con el trabajo de tus empleados!!. Y así, uno encanalladito. Porque para conseguir dinero de verdad, otro lo tiene que producir… y tú se lo tienes que robar. Legalmente, eso sí. Porque para tener esclavos, la intención del esclavo, no cuenta. Igual que ahora. Soy tu jefe, y lo que tú digas… no importa. Con una diferencia. Con Hammurabi, nacías esclavo y sabías a qué atenerte. Ahora naces libre, pides un crédito… y ya eres esclavo!. A producir, con la vana esperanza de que algún día te hagas millonario, con la vana esperanza de pagar tu deuda.


Porque estamos hablando de la venganza… antes de la agresión del imperio, te vengabas en el esclavo. Ahora, de la agresión del liberalismo, te vengas en el empleado.


Ese mecanismo del palo (el imperio que aniquila) y la zanahora (tú puedes hacer que otros se pongan a tu servicio y pasarla bien) nos interesaba dejarlo bien clarito. También el mecanismo de la desproporción. Frente a toda una opresión, determinadas normas intrínsecamente injustas (ojo por ojo, diente por diente), se me aparecen “proporcionadas” y “justas”. Justas… bien medidas. Lo justo, ni más ni menos.


La cabeza de los occidentales, tiene esa gracia… tiene la venganza “incorporada”. Y para librarse de ella, tenemos que atacar más a fondo todavía. Tenemos que seguir una recomendación de Silo y hacer una “descripción fenomenológica”. Tenemos que ver más a fondo todavía… so pena de que no podamos reaccionar contra ella. ¡¡¡Que la televisión tiene mucho poder!!!. Los sumerios utilizaron la escritura… y un dibujito sobre una piedra dura y negra… el Basalto.  De tal manera que la gente lo tomase como el “así son las cosas, oiga”. Acá si no fundamentamos más… nos crean confusión con cuatro programas de televisión (en realidad 400, miles de programas…) y no nos movemos a hacer algo contra eso. Masacran 50.000 irakíes y aunque sentimos que no está bien… no nos movemos!.
Los occidentales tenemos esa gracia… si no pensamos de raíz las cosas, no nos termina de convencer. Y podemos estar encanallados, explotando a otros.. y no nos movemos, aunque nos sintamos mal.


Vamos allá.


Allá en el futuro, está mi muerte. Algo tengo que hacer con mi vida. Debo decidir. Y hete acá que el sistema (sea un imperio como el de Hammurabi, sea un intento de imperio como el americano) me amenaza. Esto, invariablemente, lo experimento como un acercamiento de mi propia muerte y como una disminución de mis posibilidades de acción. Ahí, tiendo a revelarme. Entonces el sistema me pone su zanahoria… y me parece que tengo una posibilidad, sin revelarme, de poder volver a tomar el rumbo de mi vida.


En realidad lo que hace el sistema es quitarme un tiempo; un precioso tiempo que ya jamás voy a poder recuperar (me tengo que poner a trabajar al servicio del sistema), a cambio de darme la posibilidad de dejar de amenazarme… algún día. (en forma de aspiración… si consigo esclavos, si consigo dinero…).


Puede ser más sofisticado… te puede dar dinero ahora (crédito) y ya lo pagarás. Pero el mecanismo sigue siendo el mismo.


Ese conseguir esa imagen ajena, en mi conciencia, se actualiza como presente perpetuo. Me explico: Tengo que conseguir dinero ahora. Y mañana. Y pasado. Y pasado mañana. Es un eterno presente!!!. El sistema, lo que no te dice es que cuando tengas dinero, otros te van a competir con él… necesitas más dinero. Tienes esclavos… necesitas educarlos, etc… Ni siquiera si eres de los pocos que tienen ese dinero, esos esclavos… estarás a salvo. Otro tanto pasa con el crédito… cuando te dan el dinero, experimentas placer. Al pagarlo, su pago se eterniza (intereses.. que además son variables y se incrementan en el tiempo). El dolor se perpetúa también, en un eterno presente.


Es decir… lo que se experimenta, es un “apartar tu mirada de la muerte” por un eterno presente. ¡¡¡Increíble!!!. Ahora, además, los esclavos, el dinero, adquieren un nuevo poder… tienen la virtud de apartar tu mirada de la muerte.


Pero… no. Porque realmente, algún día uno se va a morir… y ahí no estará “el dinero” en medio para evitar el problema. ¡¡¡El susto puede ser… tremendo!!!. Y uno intuye esto. Lo que se experimenta al perseguir el dinero, es debilitamiento. Distracción, falta de atención y debilitamiento.


Entonces, si yo no aparto mi mirada desde ya de la muerte, puedo hacer algo con mi vida, ojalá que con una intención trascendente que vaya más allá.


Pero si la aparto… por el señuelo del sistema, por la zanahoria… problema.


Si no me como la zanahoria, solo queda reconocer la agresión del sistema y actuar en consecuencia. De ahí, mi rebelión contra el sistema. Si mi proyecto va más allá de mi propia muerte, reconoceré las generaciones que van más allá de mi finitud y ayudaré con sentido a otros en esa rebelión.
Ahora hay que hacer otras descripciones menores…


Si alguien de alguna manera, cuestiona esta imagen… me distrae de la imagen de mi conseguir dinero, voy a hacer lo que sea necesario para no “perder el tiempo” y volver a la imagen!. Entonces… la venganza no es otra cosa que eso. Si hago un listado de los momentos en los que me he vengado, si soy cuidadoso, voy a descubrir que siempre estaba un “prejuicio económico”. Bien en forma de pérdida ó bien en forma de un dinero que voy a dejar de conseguir. Cuando los americanos fueron a por los afganos y a por los iraquíes, dijeron claramente que “debían pagar” por lo que habían hecho. Que no era otra cosa que poner en peligro su bienestar económico.


Si además soy occidental… resulta que una imagen “fuerte” la tomaré por más real, por más verdadera que una imagen “desdibujada”. La imagen de la venganza se me aparece en la conciencia como un ajuste, como una corrección necesaria para llegar a la imagen que importa… conseguir dinero… entonces, esa imagen tendrá carga… mucha carga… la que sea necesaria!!!. Y cuanta más carga, más “real” y  “necesaria” me parecerá.


Esto solo nos pasa a los occidentales. Esa creencia que adquirimos con la ciencia… de que lo real es lo “recreado” acá nos juega una mala pasada… esa creencia es la que hace que desatendamos el “sentirnos mal” de la venganza y no frenemos. Esa creencia es la que nos hace “creernos la película” e ir como locos a por la zanahoria. Y cosificar al otro para conseguir dinero. Y vengarnos del que se ponga en nuestro camino.


Se ofrece como posible solución a la venganza la catarsis. Es decir “descargo” la imagen de la venganza, sin llegar a vengarme. No sirve de nada. Vuelvo a cargar la imagen!. Con la creencia secreta de que perdí el tiempo. También el asociar un sentimiento de horror a la venganza. No vuelve a servir… la imagen yo mismo la volveré a emplazar donde corresponda, para volver al “buen camino” y hacer dinero.


¿Qué pasa cuando consigo mi venganza?. Que registro distensión momentánea… equilibrio. ¡¡¡Un equilibrio cósmico, parece!!!.


Esa creencia profunda de que se puede resolver haciendo sufrir al otro aquello que el otro hizo sufrir a uno y se compensa ese “desequilibrio cósmico” tiene como raíz el sistema. Y no hay otra forma de acabar con la venganza, entonces, que acabar con el propio sistema.


Si yo no estoy tomado por la zanahoria, tengo mi proyecto… lo que el otro “me perjudique”, se me aparecerá como pequeña cosa… casi como molestia. Y ahí, en ese proyecto que da sentido a mi vida… en el que entra mi prójimo… ver lo que el otro necesita ya no es un desvío… es una ayuda en ese proyecto sentidamente solidario. ¡¡¡Es la superación de la venganza!!!. Y es la superación del sistema mismo. Porque verdaderamente ayudaré al otro a “abrir los ojos”, si es verdadera ayuda. Es un tratar al otro como quiero ser tratado.


Pero yo ya he ido muchas veces a por la zanahoria… he perjudicado a mi prójimo. Muy bien… tengo experiencia de “cómo no son las cosas”. Debo apurar el paso… he perdido un tiempo precioso. Debo reparar doblemente, entonces, el perjuicio que he hecho. Para ajustar mi dirección y hacer algo coherente. Ese es el mecanismo básico de la reivindicación: recuperar el tiempo perdido!.
Entonces, hay manipulación y mentira del sistema, además de chantaje. Tiene que vender una imagen de triunfo que jamás se cumplirá. Como sea.


La venganza contamina… de qué manera. Yo ando ahí enredado con la zanahoria… y le digo al otro que se enrede…. Que mire que así tendrá menos temor y será más feliz… ingenuamente, el mejor publicista del sistema… soy yo¡¡¡. Así se mueve la venganza.


Es extraordinario, si alguien me desvía de tal manera de mi proyecto de hacerme con dinero… me quedo “pegado”. Me quedo fracasado en mi aspiración del sistema, y me quedo… resentido!!!. Venganza!. Parece que ahí me resiento con la persona, con la situación… pero no recuerdo ya el dolor. En ese sentido, es por el que se dice que el dolor es profundamente humano. Porque, mientras lo siento, me saca de mi venganza y me pone en el proyecto.


El registro que tengo de la venganza, es paradojal. Ironía, juego, como para sacar tensión. Y uno no siente que solucione nada… porque nada soluciona. Porque uno intuye que, de trasfondo, se está distrayendo de la propia vida.


La ciencia la pondré al servicio de la gente, en ese proyecto. Por necesidad. Porque occidente ya no tiene tiempo… se acaba el tiempo. Se me acaba el tiempo, vaya!.


Y acá… me habrá pasado otra cosa… en la medida que doy mi ciencia, ya es “del otro”. En la medida que dejo la venganza… ya no soy occidental!. Me convierto en otra cosa… me convierto en parte de la nación humana universal… ahí, como occidental, cumplo mi destino.


Fíjense… Porque sin venganza, con proyecto, también cambia mi percepción del mundo. Cambia porque el imaginar, el sentir y el recordar, forman una estructura… mirar el mundo “en perspectiva”, no es lo mismo que mirarlo plano… Una imagen de buen trato al otro, de liberación del otro, de mejoramiento del otro, me hace sentir de otra manera. Y percibir de otra manera.  (ahora, atareado con la zanahoria, ni me planteo el problema). podría crearme un nuevo problema en memoria, una imagen asociada a un registro potente en el cual está la destrucción de la vida.


No es broma esto de cumplir occidente su destino…


Tenemos que volver  por última vez al código de Hammurabi… para hablar de magia. Tenemos que rescatar esa cosa tremenda que consiste en dar muerte a aquél que no pueda justificar que no es el responsable de lanzar un hechizo o un sortilegio contra su prógimo. Es decir… la magia, la ejecutan los sacerdotes. Acá lo que estamos viendo es que las poblaciones creen profundamente en el poder que tienen algunos de acarrearte la muerte mediante un acto mágico.


Un acto mágico que es ejecutado sobre el paisaje interno de la otra persona. Esto viene de muy antiguo… viene de confundir el mundo de los sueños con el mundo “real”. Sueño con un amigo,  que está muerto… y no digo simplemente que “soñé con mi amigo”. Digo que mi amigo muerto ha venido y ha pasado no sé qué cosa. Y claro… si es un sueño desagradable en una época desagradable… mi amigo me puede decir o hacer cualquier burrada!. Mejor hagamos un día de difuntos… un día para que mi amigo encuentre comidita en casa, pueda estar con los parientes. Y el resto del año, el amigo que me deje en paz.


Entonces… una mirada desagradable… un sueño desagradable… una época desagradable… ¡¡¡Ya tenemos el mecanismo del hechizo!!!. Un poco más, y tenemos a los profesionales de las miradas desagradables. Los hechiceros, incluso las gentes comunes.


Los sacerdotes llevan esto a un refinamiento exquisito. Ellos son los que con ritos mágicos… te pueden llevar a la muerte eterna. ¡¡Menudo poder!!.

Hammurabi lo trata de solucionar “por decreto”. Al que se le pille en plan desagradable.. muerte!.  Lo trata de solucionar… pero no lo consigue. Aún hoy eso de “me ha mirado mal”; aún hoy una mala mirada… Aún hoy los sinvergüenzas de turno nos dicen lo que está bien y lo que está mal so pena de… “la condenación eterna”. Es el código de Hammurabi que pasa al judaísmo y de ahí al cristianismo y al islamismo.


Fíjense que detrás de todo acto mágico hay un querer trastocar las prioridades del otro. Uno va en una dirección, y se ve obligado a desviar su camino y asumir otras prioridades para tenerla a buenas con el hechicero. Es decir… tenemos la amenaza en forma de hechizo; tenemos la zanahoria en forma de “vida eterna” ó de “buenas relaciones con el hechicero”. La magia del sacerdote o del hechicero no funciona si no me desvío de mi proyecto; si defino mi futuro y no me lo dejo arrebatar; si no me como la zanahoria…


Los sacerdotes barren con los hechiceros porque la zanahoria es mayor… es la vida eterna!. Eternamente vivo… en un presente perpetuo.


Pero qué pasa si yo compré ya la zanahoria del sistema?. Ocurre que me vuelvo “mágico”. Me vuelvo “plano” en el sentido de que hay una imagen que ocupa mi conciencia abarcándola… y quitándome perspectiva. De ahí el decir que con el comportamiento mágico de una sociedad, no se acaba por decreto. Y menos si tú mismo estás produciendo el mecanismo que mantiene a esa sociedad en su mirada mágica.


Solo te queda oficializar la magia… poner al sacerdocio a tu servicio, administrando ritos y hechizos en la dirección que a ti te conviene. Hammurabi controlará la religión del estado; y ahora podemos observar a los prebostes del cristianismo, del islamismo, etc; al servicio del sistema. Asustando a la gente, metiéndoles en vereda. Y funciona porque se compra la zanahoria del sistema, y en algunos casos esa zanahoria se ha convertido en la zanahoria de la salvación eterna.

Si yo no me arrepiento de los desastres que produjo mi amigo, por ejemplo, “no estoy a salvo”. ¡¡Muy mágico eso!!. Los desastres los produjo mi amigo… ¿yo que tengo que ver con eso?. Ahí el otro está haciendo algo curioso, de trasfondo… está tratando de cumplir su imagen de tener dinero, de tener esclavos!. Porque si me echa la culpa a mí… yo tengo que “pagar”. Yo tengo que darle… ¡¡¡dinero!!!. Yo, españolito del siglo XX, tengo que pagar el desastre que unos cuantos descerebrados hicieron en América a partir del siglo XVI. Yo tengo que pagar el desastre que hacen las multinacionales ahora mismo en sus tierras… ¡¡¡Venga ya!!!. Mágico… muy mágica la cosa. Ahora bien… si yo tengo interiorizada la zanahoria del sistema… si yo tengo la imagen de tener a su vez dinero… puedo “comprender” y hasta “justificar” lo que me dicen; puedo … tener un inconcebible sentimiento de culpa sobre muchas cosas que pasan, y que en realidad no soy para nada responsable. O bien, puedo discutir con él… puedo fortalecer mi zanahoria y acabar a trompadas. Que es algo que pasa ahora mismo entre el occidente cínico y el mundo árabe. También cuando me dicen que mi país tiene una deuda que tiene que pagar... deuda que yo no contraje... eso parece que justifica el hambreamiento de las poblaciones, parece que justifica el acabar con la sanidad, parece que justifica que te quiten hasta la casa... en fin.


Si yo me reconcilio (tratando de ayudar “a despertar” al perjudicador) también traiciono “a los que han sido perjudicados” ¡¡¡¿Pero cómo te vas a llevar bien con ése, que trata de desviarme de conseguir mi zanahoria?!!!.  Además hay que dar ejemplo social… muy extraordinario, en verdad. Dar ejemplo, en este caso, es decir: “que quede claro para todo el mundo, que de lo que aquí se trata es de que cada uno consigamos nuestra zanahoria”. Estamos en la venganza tribal, en la cosa mágica. Estamos “totemizando” a la zanahoria. Estamos cargando mágicamente la venganza. Hay que dar ejemplo… Estamos poniendo una imagen social que actúa de “atractor”, succionando las miradas y produciendo un desvío de la propia intención. Magia, magia… “es usted un traidor”. ¡Ésta sí que es buena!. Acá es la amenaza… directamente. Y si además tengo bien interiorizada mi propia zanahoria… me voy a sentir así!. ¡¡¡Me voy a sentir un traidor!!!. Y aguante la presión que se le desencadena al lado… tratando de desviarle, de succionar su mirada. ¡Hay que dar un escarmiento!. Escarnio sobre el otro, amenaza sobre el conjunto.


En realidad, si no compro zanahoria, registro la amenaza del sistema… lo cual fortifica mi proyecto de humanización. Fuera magias.


Acá estamos a las antípodas de cómo arreglar las cosas… El que hace un perjuicio al prójimo, es sujeto de ayuda y de esclarecimiento… es sujeto de humanización. No de venganza. Mientras se siga viendo al otro como algo que me desvía de mi proyecto de hacer dinero, en vez de como una oportunidad de mi humanización del mundo… mal asunto.


¡¡Y bueno!!. Ya hemos terminado con el tema de la venganza. Pero entonces, si decimos que superar la venganza es un ocuparse del otro, es un ayudar al otro, ahora estamos en condiciones de entender que llevar lo mejor de la cultura occidental, su ciencia al mundo, ahora estamos en condiciones de entender el “destino de occidente” como una puerta de entrada a la Nación Humana Universal.

 

 
       
       
 
     
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